Pacientes diagnosticados de falta de vitamina D o aquellos que deseen valorar su situación con respecto a la vitamina D y otros trastornos del metabolismo del calcio/fósforo.
Vitamina D.
La vitamina D debe estar por encima de 30 ng/mL. Se encarga de la absorción del calcio por lo que su adecuado nivel es necesario para la salud de tus huesos. Existen diferentes vías para la obtención de vitaminaD. La principal es la dieta. Se recomiendan tomar productos enriquecidos en calcio y vitamina D. Una vez que los niveles de vitamina D están bajos, necesitamos tomar suplementos medicamentosos. Debemos controlar los niveles periódicamente y no pensar que si los niveles de vitamina D están normalizados, podemos dejar de tomar nuestro suplemento, porque estos niveles bajarán progresivamente hasta su situación previa. Si estamos en tratamiento con medicinas para la osteoporosis, necesitamos de forma general tomar suplementos de vitamina D. También debemos evitar niveles altos de esta vitamina por lo que su control periódico es necesario.
Calcio.
También debemos asegurar una cantidad de calcio con la dieta. Para ello podemos recurrir principalmente a los productos lácteos. Podemos elegir diferentes productos lácteos según nuestro gusto y nuestras situaciones particulares, como la intolerancia a la lactosa y productos «sin lactosa» o aumento del colesterol y «productos desnatados», sabiendo que el calcio está presente en todos ellos.
Pacientes que hayan sufrido o sufran diferentes tipos de fracturas por fragilidad ósea. Prevencion primaria y secundaria de las fracturas por osteoporosis.
La osteoporosis es una enfermedad silenciosa y su principal complicación son las fracturas. Los médicos hablamos de prevención primaria, cuando empleamos los procedimientos encaminados a prevenir la primera fractura y secundaria cuando estos procedimientos están destinados a prevenir las siguientes fracturas.
Existen algunas fracturas relacionadas con la osteoporosis, entre las que destacan, las fracturas de las vértebras o aplastamientos vertebrales, la fractura de cadera, la fractura de muñeca, de húmero a la altura del hombro, de las costillas, de la pelvis, etc. En estos casos, su médico deberá determinar su relación con la osteoporosis y si existe esa relación iniciar un tratamiento para prevenir la aparción de nuevas fracturas. También hay que determinar su relación con la osteoporosis en aquellas fracturas que aparecen ante traumatismos mínimos.
Recordar que la presencia de estas fracturas relacionadas con la osteoporosis, produce un incremento significativo del riesgo de nuevas fracturas.
Prevención secundaria de las fracturas.
Realizar una adecuada prevención secundaria, es especialmente importante en dos situaciones. La fractura vertebral y la fractura de cadera. Después de una fractura vertebral es frecuente la aparición de nuevas fracturas vertebrales y en otras localizaciones. Después de una fractura de cadera es frecuente la fractura de la otra cadera. Estos dos casos, necesitan instaurar un tratamiento para la osteoporosis sin esperar otros métodos de diagnóstico.
Prevención de caídas.
La realización de actividad y ejercicio físico debe recomendarse en todos los pacientes con osteoporosis y especialmente en aquellos que hayan sufrido fracturas previas. Existen múltiples programas de ejercicio físico para pacientes osteoporóticos. Deberá elegir el que se adapte a su situación personal. Es recomendable la natación, realizar gimnasia diariamente, ejercicios de fuerza adaptados a su situacion, etc. Dejese asesorar por el personal experto en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. De esa manera evitaremos problemas por una mala realización del ejercicio físico.
Diagnóstico de la osteoporosis.
Se debe realizar una exhaustiva historia clínica, recogiendo los factores de riesgo de osteoporosis y de las fracturas. Presencia de otras enfermedades y tratamientos del paciente que pudieran influir en su calidad del hueso.
La prueba para el diagnóstico de la osteoporosis es la densitometría ósea, asociada a un TBS (trabecular bone score) que determina el degradado del hueso. También es necesaria la realización de un análisis de sangre que incluya datos del metabolismo óseo, función del riñon e hígado, así como los llamados marcadores de remodelado óseo, especialmente uno de resorción (destrucción) y otro de formación, que son el CTX y el P1NP respectivamente.
También será necesario realizar aquellas exploraciones radiológicas para la evaluación de posibles fracturas presentes o pasadas, según consideración de su médico.
Tratamiento.
El tratamiento de la osteoporosis debe ser individualizado. Cada paciente requiere un tratamiento diferente en función de su situación de riesgo de fracturas. Los tratamientos deben ser evaluados periódicamente por el médico y modificados o no, en función de los resultados de las revisiones de cada paciente.
¿Qué pacientes deben recibir tratamiento? Cuándo su médico considere que el riesgo de fractura está por encima del deseable, le recomendará el inicio de tratamiento con diferentes tipos de medicamentos.
Existen dos grandes grupor de medicamentos: Fármacos antirresortivos (impiden la resorción ósea) y fármacos anabólicos (estimulan la formación de hueso). La elección entre ambos grupos dependerá de su situación clínica.
Situaciones especiales.
Pacientes que estén en tratamiento con glucocorticoides por otras enfermedades. Se sabe que estos medicamentos deterioran los huesos y por tanto precisan de una evaluación rigurosa. No todos los medicamentos para la osteoporosis son efectivos en estas situaciones por lo que es aconsejable ponerse en manos expertas. Medicamentos como el omeprazol y similares «protectores de estómago», producen pérdida de la masa ósea y favorecen la aparición de fracturas. También provocan un deterioro de la masa ósea, los medicamentos antiepilépticos, empleados para el tratamiento de la epilepsia y algunos tipos de dolor.
Pacientes oncológicos. Los tratamientos de quimioterapia y radioterapia para diversos tipos de cáncer debilitan los huesos y predisponen a las fracturas. En estos casos, es necesario proteger los huesos para evitar estas complicaciones. Algunos medicamentos que se utilizan en el cáncer de mama, como ocurre con los llamados inhibidores de la aromatasa, se consideran un factor de riesgo para tener osteoporosis y fracturas. Hay que evaluar a estos pacientes con la finalidad de evitar fracturas que deteriores la calidad de vida de estos pacientes. Situación similar ocurre en los tratamientos hormonales (terapia supresora de andrógenos), en el cáncer de próstata.
La diabetes mellitus, especialmente la tipo 2, puede deteriorar tus huesos y aumentar el riesgo de fractura si no se lleva un control estricto de la glucosa. La evaluación del riesgo de fractura del paciente diabético es difícil. Los valores de las densitometrías óseas, pueden no reflejar la situación real de fragilidad de sus huesos, por lo que se necesitan otros métodos de evaluación como es el TBS (trabecular bone score).
Ciertas enfermedades genéticas y hereditarias afectan a los huesos provocando osteoporosis y huesos más frágiles de los normal y por tanto mayor tendencia a la rotura. Estas situaciones deben ser diagnosticadas y tratadas para minimizar el riesgo de fractura. Es el caso de la osteogénisis imperfecta, fibrosis quística, hemocromatosis, homocisteinuria/mutación del gen MTHFR, síndrome de McCune-Albright, etc. Existen un sinfin de enfermedades genéticas y familiares que pueden predisponer a padecer fracturas.
Las enfermedades crónicas del aparato digestivo que impidan una correcta absorción de los alimentos, deterioran sus huesos aumentando el riesgo de fractura. En ellos es de especial importancia corregir deficiencias nutricionales y evaluar la situación de sus huesos, como por ejemplo los llamados síndromes de malabsorción, problemas hepáticos crónicos, gastritis crónicas, etc. Situación similar ocurre en pacientes sometidos a una cirugía de la obesidad o de resección de parte del intestino.
En la insuficiencia renal crónica, existe un debilitamiento de los huesos, siendo necesaria una adecuada evaluación de los mismos para lograr reducir en la medida de lo posible, su riesgo de fractura.
Personas que conviven con el VIH deben ser evaluados, al igual que aquellos que estén en tratamiento. La infección por VIH altera sus huesos y aumenta el riesgo de fracturas. Algunos de los tratamientos empleados contribuyen a ese deterioro de sus huesos y deben ser evaluacdos para iniciar el tratamiento más adecuado en función de su situación. Otras infecciones víricas, también alteran sus huesos y conducen a sufrir fracturas como es el caso de la hepatitis B y C, y el virus del herpes zoster especialmente en casos de neuralgia postherpética.
Personas que sigan una dieta vegetariana estricta o veganas, pueden tener deficiencias de ciertas vitaminas y minerales que conducen a un deterioro de sus huesos. En estos casos, se necesita una evaluación de su situación para minimizar ese riesgo.
En ocasiones, podemos sufrir una osteoporosis localizada en ciertas zonas de nuestro cuerpo, como ocurre en la llamada osteoporosis circunscrita de la cadera, o en el síndrome doloroso regional complejo (síndrome de Sudeck) que suele localizarse en zonas distales del cuerpo, asociadas o no a edema óseo. En estos casos, hay que estudiar la situación porque podría ser necesaria la administración de medicamentos u otros tratamientos que ayuden a frenar la pérdida ósea.